El yacimiento de Canto Tortoso se encuentra en el cerro de juntas de los ríos Guadiana Menor y Fardes, abocado hacia el desarrollo del primero con una amplio control visual tanto hacia el norte como hacia el sur. También existe visibilidad clara hacia el conjunto del valle del Fardes, básicamente en la confluencia de éste con el Guadiana Menor. El cerro se encuentra amesetado, con fuerte nivel de acarcavamiento fruto de la erosión que sufre esta zona de tierras blandas (gredas y arcillas de depósitos neógenos cuaternarios). La parte superior del cerro se ha mantenido en gran parte intacta gracias a los efectos de contención de la muralla, que se conserva en las tres quintas partes del perímetro de la meseta.

Aunque el lugar presenta restos de una ocupación anterior de la Edad de Cobre y Bronce Final, las estructuras existentes actualmente se fechan en un ibérico antiguo, a finales del s. VI a.C. con ocupación durante la primera mitad del siglo V a.C. A este momento pertenecen la muralla, habitaciones, puertas y caminos de acceso. La extensión de la zona amurallada del yacimiento ocupa 14.375 m². La muralla se construye en piedra seca, adaptándose a la orografía del terreno, de forma que aisla lo que representa la meseta superior. Esta meseta no es completamente plana, pudiéndose diferenciar dos zonas muy distintas: una parte, al suroeste (con una superficie de 2.700 m²), con una fuerte inclinación constante hacia el norte, en tanto que en el resto del asentamiento esta inclinación desaparece para convertirse en una penillanura. En principio, no se aprecian restos algunos que permitan pensar en la posibilidad de que la muralla tuviera elementos estructurales mayores tipo, torreones, contrafuertes o bastiones. El resultado es una muralla lisa, con largos tramos sinuosos con escasos o ausentes bastiones que reflejan, ante todo, la voluntad de adaptar la obra al relieve, de ahí esta ubicación en alto, con el fin de suplir las deficiencias técnicas. El trazado de la muralla en la zona norte ha desaparecido por efecto de la erosión.

Existen dos caminos de entrada al poblado: uno en la ladera nordoccidental y otro, prácticamente opuesto, en la ladera suroriental. El poblado muestra un acondicionamiento del terreno para el acceso hasta las puertas de la muralla. Estos caminos de subida estaban equipados para la circulación de vehículos rodados, según se desprende por la existencia de pavimentos de pequeños cantos de río, visibles aún en las dos vías de acceso. No obstante, este sistema de pavimentación podría tener una función complementaria de fortalecer, frente a la fuerte erosión existente, estos mismos caminos de acceso ya que, de no pavimentarse, estarían más sujetos a alteraciones por procesos de erosión y evolución de las cárcavas, que ya en aquella época afectaban a la unidad geomorfológica, como lo demuestra los casos del refuerce de la muralla. Existían dos caminos de acceso: uno en la zona noroeste (zona del Fardes) y otro en la sudeste (desde el Guadiana Menor). Esta segunda es la más compleja estructuralmente, y parece ser la principal del asentamiento. Se define por la continuidad de la muralla que, desde el sur, va delimitando, en su último tramo (unos 30 metros) el camino desde el valle del Guadiana Menor. De esta forma la rampa de acceso ha sido dispuesta, parcialmente, a lo largo del recinto de forma que los asaltantes presentan su flanco al tiro de los defensores. Dada la estrechez de la muralla y teniendo en cuenta que adosada a ésta se levantaban las viviendas de adobe, los ocupantes defenderían el asentamiento desde sus terrazas. La entrada está compuesta por un corredor dispuesto entre dos lienzos paralelos y solapados de la muralla. El papel del tramo de recubrimiento consiste en proteger la puerta de tiros laterales y en obligar a los asaltantes a aproximarse agrupados frente a la puerta, constituyendo un blanco fácil. Aunque por toda la meseta del yacimiento son visibles numerosas estructuras domésticas o artesanales (de planta cuadrangular), la mayor concentración se sitúa en la zona septentrional del hábitat, con muros cuya orientación suele situarse en sentido norte-sur, con zócalo de piedra seca, generalmente cuarcitas y micaesquistos. La mayor parte del material corresponde a ánforas aunque también aparecen cerámicas grises, en su mayor parte platos de borde engrosado al interior, y algunas pintadas, tanto bícromas como monócromas.

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