La existencia del castillo de Ferreira y su qarya están documentadas a partir de mediados del siglo XII por Al-Idrisi (“El viajero deja a su izquierda la cadena de montañas llamada Solair de la Nieve, al pie de la cual se encuentran varios lugares fortificados, tales como Ferreira, fuerte conocido por sus nueces, que el terreno produce en cantidad extraordinaria,…”).

Más que castillo, en realidad se trata de una torre exenta inmersa en una casa noble de estilo morisco conocida como “Casa Grande”. Aunque tradicionalmente se ha apuntado que se trataba de parte de una alcazaba en realidad se trataría de una torre de alquería. La torre, de planta cuadrangular, tiene una longitud de 12 m de lado. Su interior está estructurado en dos plantas articuladas en torno a un patio cuadrangular que ocupa el área suroeste. Las crujías interiores se localizan al norte y este respectivamente. La crujía norte es rectangular y muestra unas dimensiones amplias y regulares (9,50 x 3,30 m) adaptadas a la anchura interna de la propia torre. Los muros son paralelos a la torre. La crujía este sin embargo muestra un muro de tapial con forma ligeramente trapezoidal cuya mayor anchura se localiza en torno a la puerta de acceso a la torre, es decir, al sur. Todas las subdivisiones internas de la torre emplean mortero de tapial, aunque se observan también recrecidos y reposición de mortero con mampostería; este cambio de técnicas de construcción nazaríes parece guardar relación directa con el avance de la artillería cristiana. Las antiguas cercas de tapial se envolvieron con obras de mampostería y ripios y se generalizó la obra mixta (cajones de tapial y sobre todo, de mampostería separados por verdugadas de ripios, cantos de río o ladrillos), sistema que se encuentra en algunos puntos de la fortificación. La segunda planta muestra los elementos propiamente defensivos: cuatro saeteras, una por cada lado.

El acceso al interior de la torre se realiza a través de un arco de herradura ligeramente apuntado realizado en ladrillo, de aprox. 1,20 m de anchura. En la planta baja existe un pequeño aljibe para uso exclusivo de la guarnición y un gran silo excavado en la roca de tres metros de profundidad.

En el año 2001, la Delegación Provincial de Cultura se planteó la necesidad de intervenir en la denominada «Casa Grande» de Ferreira, encomendándose tal labor al arquitecto Antonio Martín Muñoz y al arqueólogo Antonio López Marcos. Como apoyo a la redacción del proyecto, en el 2001, se realizó el estudio y dibujo de todos los paramentos de la torre con objeto de determinar las diferentes fases y reformas. Se plantearon dos sondeos: el primero, en el patio interno de la torre, con el que se pudo comprobar que el suelo lo conformaba el alisamiento de la roca y, un segundo, en la zona de conexión entre la torre y el aljibe para determinar la relación estratigráfica e histórica entre ambas construcciones. Durante el 2004 se hicieron cuantos movimientos de tierra fueron precisos, apareciendo y excavándose los siguientes dispositivos:

1. Aljibe de la torre. Excavado por entero en la roca con paredes de 50 cm y una superficie de 1,60 m de ancho por 2,40 de longitud y una profundidad conservada de 1 m de ancho por 2,40 m de longitud y una profundidad de 1,17 m. De la bóveda no se conservaba resto alguno pues fue arrasada y el aljibe colmatado cuando se instalaron unas cuadras para animales. La cerámica del relleno indica que esto ocurrió en la primera mitad del siglo XVI.

2. Salida de emergencia. En el centro de la pared este de la torre apareció una salida en rampa descendente que atravesaba dicha torre y discurría bajo la roca. La construcción hace algunso años de la casa colindante mutiló el recorrido del posible pasadizo, por lo sólo se ha podido documentar la entrada.

3. Silo de almacenaje. Aparecido en la sala que servía de pajar cuando la torre funcionaba como dependencia de uso agropecuario de la Casa Grande, tiene una profundidad máxima de 2,50 m y está enteramente excavado en la roca. Su momento de construcción es imposible precisarlo. De su interior se recuperó un numeroso conjunto de vajilla del S. XIX, la mayor parte de Manises (Valencia).

La limpieza de los paramentos durante la Restauración ayudó a trazar la evolución arquitectónica del edificio determinando qué partes se podían eliminar por tratarse de añadidos. En la pared trasera de la habitación contigua a la antigua cocina de la Casa Grande aparecieron restos del contrafuerte de mampostería adosado a la torre, visible en el exterior de la fortaleza y que se suponía era moderno (Archivo Foto nº 18074001_726).

La arqueología, pues, ha permitido reconstruir los avatares sufridos por el edificio desde finales del siglo XV hasta nuestros días. La torre fue reforzada con una funda de mampostería al final de época nazarí, quizás como solución al creciente uso de la artillería. En la primera mitad del siglo XVI, la torre se acondiona para formar aprte de la estructura de una casa-palacio morisca, constituyendo la parte destinada a uso agropecuariolo que provocó la alteración o destrucción del equipamiento original. El aljibe, situado al exterior de la torre, y que servía par el abastecimiento de la alquería andalusí, también fue incorporado a la estructura de la casa como bodega.

Tras la Restauración se instaló en ella el Centro de Interpretación de la Arquitectura Árabe.

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