Su modesta configuración externa difícilmente hace sospechar el interés de algunas de las obras guardadas en su interior. El primitivo edificio se realizó con anterioridad a 1540, como demuestra la disposición apuntada de su portada lateral y del arco toral. Constaba entonces de una nave con capilla mayor muy reducida que es lo mejor conservado actualmente. En ella se encuentra una bellísima y excepcional armadura octogonal, verdadera perla de las armaduras guadijeñas; los complicados y elegantes entrelazados de las maderas se ven realzados por una delicada policromía de estilo renacentista hasta rematar en una piña de mocárabes en el centro. La capilla bautismal también se cubre con un sencillo alfarjillo de madera. De la primitiva armadura de la nave solamente se conservan los tirantes, con huellas de haber sufrido problemas de estabilidad. El coro y cancel, a los pies, son buenas obras, también de madera, de finales del siglo XVIII; del mismo siglo es el mutilado y sencillo retablo mayor. La torre muestra numerosas reparaciones y el campanario es un recrecido posterior. Obras de especial mérito son: el pie de la pila bautismal, de estilo renacentista y realizado hacia 1540, con angelitos, máscaras y monstruos, obra posible de Cristóbal Nuño; el elegante retablo del primer Barroco, tallado en yeso, que preside su amplia capilla lateral, con un repintado Crucificado del estilo de Alonso de Mena; y un curiosísimo aguamanil en la sacristía, de cerámica estampillada, recuerdo vivo de viejas tradiciones artesanales.

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