Los baños árabes de Aldeire se encuentran ubicados en las afueras de la localidad, entre el río de los Molinos que bordea la localidad y el núcleo urbano, en una zona de ligera pendiente que separa el pueblo de las zonas de explotación agrícola anejas.

Se accede desde la Plaza de la Constitución, descendiendo por la calle del Rastro hasta llegar a la calle del Baño que se prolonga en dirección al río. La parte trasera de los baños da directamente a la zona de ribera del río de los Molinos estando ocupada por zonas de huerta en la margen izquierda del río y en la derecha por la misma ribera. En la actualidad se encuentran camuflados en el interior de una casa deshabitada, habiendo sido reutilizado como vivienda y como cuadra hasta hace unos años, de forma que nos han llegado en un relativo buen estado de conservación, con la salvedad de los reparos y reformas propias para su adaptación funcional.

Se trata de un edificio que se corresponde con la tipología habitual de baño árabe (hamman), propio del mundo rural nazarí, consistente en la sucesión de distintas salas de planta rectangular cada una con una función definida. Estas salas son la bayt albarid (sala fría), la bayt al-wastani (sala templada) y bayt al-sajun (sala caliente), precedidas en algunos casos por una habitación de menores dimensiones que actúa como vestíbulo, la bayt al-maslaj. Fuera de los muros perimetrales quedan la caldera (burma) y el horno (furn) que suelen estar adosados a la bayt al sajun.

Actualmente subsisten de la fábrica original tres de sus naves, restos de una cuarta (en concreto de los muros norte y este) y parte del vestíbulo y la leñera, distribuidas de forma paralela y contigua, con una orientación general de este a oeste. Predomina el uso de la planta rectangular para cada una de las naves, salvo la tercera que presenta una distribución distinta, transversal a las naves precedentes y dividida en tres estancias.

El acceso al baño se encuentra incompleto pero debió ser una estancia rectangular de menores dimensiones que las que le preceden, abriéndose una puerta en el muro frontero que la separa de la sala fría o bayt al-wastani de la cual sólo quedan los muros este y norte sobre los que apoyan los restos de una bóveda y que tuvo unas dimensiones aproximadas de 2,5 m de ancho por 9,10 m de largo. Sobre la pared norte se abre otra puerta, ligeramente escorada con respecto a la línea de acceso de la primera sala, evitando por tanto una visión directa de sala a sala, sobre la que apoya un arco escarzado a través del cual se accede a la bayt al-sajun (sala caliente), de planta también rectangular, ligeramente mayor que la precedente, con 3,30 m de ancho por 9,10 m de largo, cubierta con bóveda de medio cañón sobre la que se abren el hueco de cinco lucernas, aunque en la actualidad sólo se puede apreciar su arranque. En planta, se encuentra comunicada por medio de una pequeña puerta con otra nave distribuida en tres estancias perpendiculares a la orientación de las precedentes a las que se accede a través de sendos arcos escarzados y que se encuentran cubiertas con bóvedas de cañón, iluminadas por medio de una lucerna cada una. Las estancias de los extremos son cuadradas, de 2,70 m de lado, y estaban destinadas a albergar pilas de agua caliente que eran utilizadas por los usuarios del baño, mientras que la tercera, ligeramente rectangular (2,30 m por 2,70 m) estaba destinada a la caldera que calentaba el agua. Esta última habitación conserva otra puerta que comunicaba el baño con el horno y la leñera de la que sólo queda el arranque de una arco.

En cuanto a la fábrica de todo el edificio se mantiene la técnica tradicional en el Marquesado de utilizar las lajas de pizarra para construir sus muros, trabados con mortero de cal y tierra, aunque en este caso alterna el uso del ladrillo, sobretodo en los arcos y bóvedas de cañón, lo cual lo diferencia de otros próximos como el de Huéneja o el de Ferreira.

La cronología del inmueble tradicionalmente aceptada se centra entre el siglo XII y el XIII pero el uso de elementos constructivos tales como el ladrillo y la variedad que supone la presencia de las dos estancias transversales con función de espacio para la caldera y leñera, permitirían apuntar una cronología quizás un poco más tardía, ya en época nazarí.

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