Fue el obispo don Martín de Ayala quien, en su famoso Sínodo, dispuso la construcción de una iglesia en Gorafe, la cual debía financiarse por el mecanismo habitual, al que debía agregarse la adecuada limosna que debía dar el señor del lugar, es decir, los Bazán. Después experimentó diversas vicisitudes, en cuanto a su calificación de poblamiento, y en cuantoa su jurisdicción, llegando a nuestra época como un municipio, que así es en la actualidad. En el año 1553, se pagaban 80 ducados a Gaspar de Mora, maestro de albañilería, para la construcción de la obra de la iglesia de Gorafe, al tiempo que al calero Juan Pérez se le compraban 1.644 fanegas de cal, que importaron 14.796 maravedís con destino a esta obra. Este mismo año, el calero Juan Redondo llevaba también piedra para la iglesia de Gorafe, al precio de 30 maravedís la carretada. Y ladrillos y arena, llegando a construirse, en el mismo Gorafe, un horno para hacer los ladrillos de la iglesia, seguramente que por razones de eficacia económica y funcional. Poco más tarde, en el año 1560, el maestro entallador de Guadix, Cristóbal Nuño, hacía las pilas de agua bendita y bautismo para Gorafe por precio de cinco ducados.

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